Un dia,
alguien le pidió a Neil Gaiman que resumiese en una sola línea el argumento de
su serie de cómics The Sandman. Tras pensárselo, Gaiman respondió: “El rey de
los sueños aprende que uno debe cambiar o morir; y luego toma su decisión”. El
cambio es precisamente, un actor fundamental en esta obra, y no sólo por su
presencia en la historia: The Sandman fue un factor activo en las dramáticas
transformaciones a las que se vio sometido el mundo del cómic a finales del
siglo XX, y uno de los motores de la evolución (aún lejos de haber finalizado)
de la percepción de este medio por parte del público en general. A medida que
las nuevas entregas de la saga iban ganando en publicidad y expectación, The
Sandman empezó a ganarse el prestigio del que ya gozaban grandes mitos de los
cómics como Watchmen o Maus, pero llegó incluso más lejos: el lirismo de su narrativa
y el romanticismo de algunos de sus personajes logró atraer a toda una
generación de jóvenes ansiosos de encontrar nuevos iconos creativos, y la
profundidad, madurez y sutileza de las historias captó a un público más
familiarizado con el lenguaje literario que el de los cómics. En contra de lo
habitual, las ventas de Sandman fueron excepcionales entre el público femenino,
y comentarios de la obra empezaron a aparecer en prestigiosas revistas de
información general o literarias. El responsable de toda esta revolución fue
Neil Gaiman, guionista de la serie, y uno de los contadores de historias más
reconocidos del cómic contemporáneo.
SOBRE NEIL GAIMAN
También en
la década de los 80 tuvo lugar la introducción de Gaiman al mundo de los
cómics, de la mano de un padrino excepcional: Alan Moore, uno de los guionistas
más respetados y celebrados del medio. Gaiman sustituyó a Moore en el guión de
la serie Miracleman, y a finales de los 80 participó en algunas
entregas de la publicación de culto 2000AD.La
formación literaria de Neil Richard Gaiman (Porchester, 1960)
se remonta a cuando devoraba de niño las obras de Tolkien, Moorcock, Lewis y
Chesterton, a las que siguieron las de grandes autores de ciencia ficción como
Lovecraft, Ellison o Delany. A principios de los 80 se labró una pequeña carrera
como periodista mediante la elaboración de entrevistas y críticas literarias.
En 1984 comenzó su verdadera carrera como escritor con un libro sobre la
biografía de Duran Duran. A este curioso primer trabajo le siguieron
colaboraciones en revistas, un libro sobre la serie Guía del
Autoestopista Galáctico y la colaboración literaria con el autor
inglés y amigo personal Terry Pratchett: la novela humorística Good
Omens.
En
colaboración con Dave McKean, artista plástico y amigo personal, publicó sus
primeras novelas gráficas: Violent Cases, Signal to Noise y The Tragical Comedy
or Comical Tragedy of Mr. Punch. Durante esta época Gaiman empezó a darse a
conocer tímidamente en el mundo de los cómics, aunque fue en 1987 cuando su
trayectoria como guionista de cómics cambió completamente, al publicar su obra
más importante hasta el momento: The Sandman.
LA TÉCNICA NARRATIVA
Sandman no es sólo un relato lineal
cerrado: en sus guiones, Gaiman invierte una gran proporción de páginas para
dar forma a toda una mitología, en la que personajes humanos, entes
sobrenaturales y seres variopintos, así como las relaciones que se establecen
entre ellos y los lugares en los que se desenvuelven, se describen con
precisión. Esto es uno de los mayores atractivos de la serie: el universo
creado por Gaiman es independiente de la historia concreta que se narra en las
páginas de la serie, por lo que cualquiera, tanto como otros profesionales del
cómic como los lectores, pueden expandir y desarrollar esta mitología con sus
propias historias, ya sean publicadas o imaginadas, a manera de lo que
consiguieron ya dos modelos de Gaiman: C.S.Lewis y J.R.R.Tolkien.
En el
proceso de gestación de la obra, Gaiman no deja nada al azar. Por lo que se
puede deducir de las pocas páginas de los guiones de Sandman disponibles
para el público, el autor planifica cuidadosa y detalladamente el contenido de
las viñetas y las páginas, y le transmite a los dibujantes una descripción
clara y completa de lo que deben dibujar. Evidentemente, la diversidad de
dibujantes y entintadores ofrece un aspecto bastante heterogéneo a la serie,
pero el control del guionista sobre aspectos visuales en los que otros dejan
libertad al artista, como los encuadres, la disposición de viñetas o los
detalles de ambientación, le confiere unidad al conjunto de la obra.
Gaiman es
uno de los pocos autores de cómic modernos que, en determinadas historias, hace
un uso intensivo de los cuadros narrativos. En parte esto se debe a las
características del relato, que requieren una serie de explicaciones que
difícilmente puede aportar el dibujo, pero también a la importancia que Gaiman
le confiere al lenguaje: a menudo el estilo del texto se adapta a la atmósfera
narrativa, no sólo en contenido, sino que también la tipografía cambia a
menudo. La enorme importancia de la fase de rotulador, por tanto, es otra de
las características de la serie: de hecho, muchos de los personajes
protagonistas tienen una tipografía propia, que sugiere al lector un tono de
voz concreto. No en vano el rotulador, Todd Klein, es, junto con McKean, de los
pocos artistas que trabajaron en todas las entregas de la serie.
A MODO
DE CONCLUSIÓN
El mundo de
los cómics lleva décadas persiguiendo la consideración de forma de expresión
artística. Ha tenido que luchar contra prejuicios, ignorancia y reduccionismos,
y todavía tiene mucho camino por recorrer. Durante los años 80 y 90 una nueva
corriente de autores abanderados por grandes gurús como Alan Moore y Frank
Miller pusieron en marcha un proceso similar al que protagonizó el cine a
principios del siglo XX: la dignificación y maduración de un medio. Pero, en contra
de toda previsión, una de las obras fundamentales de esta transformación surgió
de la pluma de un desconocido para el gran medio, en un formato de edición
totalmente corriente, y contando historias muy alejadas de la tradición cultural
de los habituales del medio.
Y por sí
mismo, sin ningún tipo de publicidad o reclamo, The Sandman se
convirtió en uno de los cómics más renombrados de su momento. Se alzó como
abanderado de una nueva forma de concebir el arte secuencial, y demostró que
los lectores estaban preparados para asumir guiones con una enorme carga lírica
y literaria. Gaiman no fue el primer autor en escribir cómics para lectores
maduros, pero su Sandman fue capaz de crear toda una mitología en la que se
desarrollaba una epopeya compleja y elegante, que cautivó la mente de lectores
que siempre habían visto los cómics como un entretenimiento juvenil. Gaiman
soñó con una nueva forma de escribir tebeos. Y como dijo su personaje Morfeo,
un sueño nunca es sólo un sueño.
LA TÉCNICA NARRATIVA
Sandman no es sólo un relato lineal
cerrado: en sus guiones, Gaiman invierte una gran proporción de páginas para
dar forma a toda una mitología, en la que personajes humanos, entes
sobrenaturales y seres variopintos, así como las relaciones que se establecen
entre ellos y los lugares en los que se desenvuelven, se describen con
precisión. Esto es uno de los mayores atractivos de la serie: el universo
creado por Gaiman es independiente de la historia concreta que se narra en las
páginas de la serie, por lo que cualquiera, tanto como otros profesionales del
cómic como los lectores, pueden expandir y desarrollar esta mitología con sus
propias historias, ya sean publicadas o imaginadas, a manera de lo que
consiguieron ya dos modelos de Gaiman: C.S.Lewis y J.R.R.Tolkien.
En el
proceso de gestación de la obra, Gaiman no deja nada al azar. Por lo que se
puede deducir de las pocas páginas de los guiones de Sandman disponibles
para el público, el autor planifica cuidadosa y detalladamente el contenido de
las viñetas y las páginas, y le transmite a los dibujantes una descripción
clara y completa de lo que deben dibujar. Evidentemente, la diversidad de
dibujantes y entintadores ofrece un aspecto bastante heterogéneo a la serie,
pero el control del guionista sobre aspectos visuales en los que otros dejan
libertad al artista, como los encuadres, la disposición de viñetas o los
detalles de ambientación, le confiere unidad al conjunto de la obra.
Gaiman es
uno de los pocos autores de cómic modernos que, en determinadas historias, hace
un uso intensivo de los cuadros narrativos. En parte esto se debe a las
características del relato, que requieren una serie de explicaciones que
difícilmente puede aportar el dibujo, pero también a la importancia que Gaiman
le confiere al lenguaje: a menudo el estilo del texto se adapta a la atmósfera
narrativa, no sólo en contenido, sino que también la tipografía cambia a
menudo. La enorme importancia de la fase de rotulador, por tanto, es otra de
las características de la serie: de hecho, muchos de los personajes
protagonistas tienen una tipografía propia, que sugiere al lector un tono de
voz concreto. No en vano el rotulador, Todd Klein, es, junto con McKean, de los
pocos artistas que trabajaron en todas las entregas de la serie.
A MODO
DE CONCLUSIÓN
El mundo de
los cómics lleva décadas persiguiendo la consideración de forma de expresión
artística. Ha tenido que luchar contra prejuicios, ignorancia y reduccionismos,
y todavía tiene mucho camino por recorrer. Durante los años 80 y 90 una nueva
corriente de autores abanderados por grandes gurús como Alan Moore y Frank
Miller pusieron en marcha un proceso similar al que protagonizó el cine a
principios del siglo XX: la dignificación y maduración de un medio. Pero, en contra
de toda previsión, una de las obras fundamentales de esta transformación surgió
de la pluma de un desconocido para el gran medio, en un formato de edición
totalmente corriente, y contando historias muy alejadas de la tradición cultural
de los habituales del medio.
Y por sí
mismo, sin ningún tipo de publicidad o reclamo, The Sandman se
convirtió en uno de los cómics más renombrados de su momento. Se alzó como
abanderado de una nueva forma de concebir el arte secuencial, y demostró que
los lectores estaban preparados para asumir guiones con una enorme carga lírica
y literaria. Gaiman no fue el primer autor en escribir cómics para lectores
maduros, pero su Sandman fue capaz de crear toda una mitología en la que se
desarrollaba una epopeya compleja y elegante, que cautivó la mente de lectores
que siempre habían visto los cómics como un entretenimiento juvenil. Gaiman
soñó con una nueva forma de escribir tebeos. Y como dijo su personaje Morfeo,
un sueño nunca es sólo un sueño.
Buena info, epeto subas ma como esta, así Aprenderé mas :c
ResponderEliminarMuy buena información, felicidades
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