domingo, 28 de febrero de 2016

The Sandman

The Sandman: el sueño de una nueva forma de escribir cómic

Un dia, alguien le pidió a Neil Gaiman que resumiese en una sola línea el argumento de su serie de cómics The Sandman. Tras pensárselo, Gaiman respondió: “El rey de los sueños aprende que uno debe cambiar o morir; y luego toma su decisión”. El cambio es precisamente, un actor fundamental en esta obra, y no sólo por su presencia en la historia: The Sandman fue un factor activo en las dramáticas transformaciones a las que se vio sometido el mundo del cómic a finales del siglo XX, y uno de los motores de la evolución (aún lejos de haber finalizado) de la percepción de este medio por parte del público en general. A medida que las nuevas entregas de la saga iban ganando en publicidad y expectación, The Sandman empezó a ganarse el prestigio del que ya gozaban grandes mitos de los cómics como Watchmen o Maus, pero llegó incluso más lejos: el lirismo de su narrativa y el romanticismo de algunos de sus personajes logró atraer a toda una generación de jóvenes ansiosos de encontrar nuevos iconos creativos, y la profundidad, madurez y sutileza de las historias captó a un público más familiarizado con el lenguaje literario que el de los cómics. En contra de lo habitual, las ventas de Sandman fueron excepcionales entre el público femenino, y comentarios de la obra empezaron a aparecer en prestigiosas revistas de información general o literarias. El responsable de toda esta revolución fue Neil Gaiman, guionista de la serie, y uno de los contadores de historias más reconocidos del cómic contemporáneo.

SOBRE NEIL GAIMAN

También en la década de los 80 tuvo lugar la introducción de Gaiman al mundo de los cómics, de la mano de un padrino excepcional: Alan Moore, uno de los guionistas más respetados y celebrados del medio. Gaiman sustituyó a Moore en el guión de la serie Miracleman, y a finales de los 80 participó en algunas entregas de la publicación de culto 2000AD.La formación literaria de Neil Richard Gaiman (Porchester, 1960) se remonta a cuando devoraba de niño las obras de Tolkien, Moorcock, Lewis y Chesterton, a las que siguieron las de grandes autores de ciencia ficción como Lovecraft, Ellison o Delany. A principios de los 80 se labró una pequeña carrera como periodista mediante la elaboración de entrevistas y críticas literarias. En 1984 comenzó su verdadera carrera como escritor con un libro sobre la biografía de Duran Duran. A este curioso primer trabajo le siguieron colaboraciones en revistas, un libro sobre la serie Guía del Autoestopista Galáctico y la colaboración literaria con el autor inglés y amigo personal Terry Pratchett: la novela humorística Good Omens.

En colaboración con Dave McKean, artista plástico y amigo personal, publicó sus primeras novelas gráficas: Violent Cases, Signal to Noise y The Tragical Comedy or Comical Tragedy of Mr. Punch. Durante esta época Gaiman empezó a darse a conocer tímidamente en el mundo de los cómics, aunque fue en 1987 cuando su trayectoria como guionista de cómics cambió completamente, al publicar su obra más importante hasta el momento: The Sandman.


LA TÉCNICA NARRATIVA

Sandman no es sólo un relato lineal cerrado: en sus guiones, Gaiman invierte una gran proporción de páginas para dar forma a toda una mitología, en la que personajes humanos, entes sobrenaturales y seres variopintos, así como las relaciones que se establecen entre ellos y los lugares en los que se desenvuelven, se describen con precisión. Esto es uno de los mayores atractivos de la serie: el universo creado por Gaiman es independiente de la historia concreta que se narra en las páginas de la serie, por lo que cualquiera, tanto como otros profesionales del cómic como los lectores, pueden expandir y desarrollar esta mitología con sus propias historias, ya sean publicadas o imaginadas, a manera de lo que consiguieron ya dos modelos de Gaiman: C.S.Lewis y J.R.R.Tolkien.
En el proceso de gestación de la obra, Gaiman no deja nada al azar. Por lo que se puede deducir de las pocas páginas de los guiones de Sandman disponibles para el público, el autor planifica cuidadosa y detalladamente el contenido de las viñetas y las páginas, y le transmite a los dibujantes una descripción clara y completa de lo que deben dibujar. Evidentemente, la diversidad de dibujantes y entintadores ofrece un aspecto bastante heterogéneo a la serie, pero el control del guionista sobre aspectos visuales en los que otros dejan libertad al artista, como los encuadres, la disposición de viñetas o los detalles de ambientación, le confiere unidad al conjunto de la obra.

Gaiman es uno de los pocos autores de cómic modernos que, en determinadas historias, hace un uso intensivo de los cuadros narrativos. En parte esto se debe a las características del relato, que requieren una serie de explicaciones que difícilmente puede aportar el dibujo, pero también a la importancia que Gaiman le confiere al lenguaje: a menudo el estilo del texto se adapta a la atmósfera narrativa, no sólo en contenido, sino que también la tipografía cambia a menudo. La enorme importancia de la fase de rotulador, por tanto, es otra de las características de la serie: de hecho, muchos de los personajes protagonistas tienen una tipografía propia, que sugiere al lector un tono de voz concreto. No en vano el rotulador, Todd Klein, es, junto con McKean, de los pocos artistas que trabajaron en todas las entregas de la serie. 

A MODO DE CONCLUSIÓN

El mundo de los cómics lleva décadas persiguiendo la consideración de forma de expresión artística. Ha tenido que luchar contra prejuicios, ignorancia y reduccionismos, y todavía tiene mucho camino por recorrer. Durante los años 80 y 90 una nueva corriente de autores abanderados por grandes gurús como Alan Moore y Frank Miller pusieron en marcha un proceso similar al que protagonizó el cine a principios del siglo XX: la dignificación y maduración de un medio. Pero, en contra de toda previsión, una de las obras fundamentales de esta transformación surgió de la pluma de un desconocido para el gran medio, en un formato de edición totalmente corriente, y contando historias muy alejadas de la tradición cultural de los habituales del medio.  
Y por sí mismo, sin ningún tipo de publicidad o reclamo, The Sandman se convirtió en uno de los cómics más renombrados de su momento. Se alzó como abanderado de una nueva forma de concebir el arte secuencial, y demostró que los lectores estaban preparados para asumir guiones con una enorme carga lírica y literaria. Gaiman no fue el primer autor en escribir cómics para lectores maduros, pero su Sandman fue capaz de crear toda una mitología en la que se desarrollaba una epopeya compleja y elegante, que cautivó la mente de lectores que siempre habían visto los cómics como un entretenimiento juvenil. Gaiman soñó con una nueva forma de escribir tebeos. Y como dijo su personaje Morfeo, un sueño nunca es sólo un sueño.


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